La Predicación
Fortaleza del Espíritu
10 Por lo demás, fortalézcanse en el Señor y en el poder de Su fuerza. 11 Revístanse con toda la armadura de Dios para que puedan estar firmes contra las insidias del diablo. 12 Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes.
13 Por tanto, tomen toda la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes. 14 Estén, pues, firmes, ceñida su cintura con la verdad, revestidos con la coraza de la justicia, 15 y calzados los pies con la preparación para anunciar el evangelio de la paz.
16 Sobre todo, tomen el escudo de la fe con el que podrán apagar todos los dardos encendidos del maligno. 17 Tomen también el casco de la salvación, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios.
18 Con toda oración y súplica oren en todo tiempo en el Espíritu, y así, velen con toda perseverancia y súplica por todos los santos. 19 Oren también por mí, para que me sea dada palabra al abrir mi boca, a fin de dar a conocer sin temor el misterio del evangelio, 20 por el cual soy embajador en cadenas; que al proclamarlo hable sin temor, como debo hablar.
Efesios 6:10-20
Idea Principal: Mantente firme con la armadura de Dios, no con la tuya.
Resumen del Pasaje: Como Cristo ya ha derrotado a los poderes del mal, Dios llama a su pueblo a mantenerse firme en Su fuerza, poniéndose Su armadura y orando en el Espíritu. No peleamos para ganar la victoria. Nos mantenemos firmes en una victoria ya ganada.
1. Conoce la guerra en la que estás (6:10–13)
- Fortalécete en el Señor — La verdadera fuerza se recibe del poder de la resurrección de Dios, no se produce por esfuerzo propio.
- Vístete con toda la armadura de Dios — Dios provee Su propia armadura en Cristo; debes depender totalmente de lo que Él te da.
- Mantente firme contra las artimañas del diablo — El diablo ataca con mentiras calculadas, tentaciones y acusaciones diseñadas para derrumbar tu fe.
- Reconoce al enemigo real — Tu lucha no es contra personas, sino contra fuerzas espirituales invisibles que influyen en el mundo.
- Reconoce la actividad de poderes espirituales — Seres espirituales reales se oponen al pueblo de Dios aunque ya han sido derrotados por Cristo.
- Prepárate para el día malo — Hay días de presión espiritual intensificada que requieren preparación intencional.
- Mantente firme en la victoria de Cristo — Te mantienes firme no para ganar la victoria, sino para vivir en la victoria que Jesús ya ganó.
2. Ponte la armadura que Dios provee (6:14–17)
- Cinturón de la Verdad — La verdad de Dios sostiene tu vida y evita que seas deshecho por las mentiras.
- Coraza de Justicia — La justicia de Cristo te cubre, y la obediencia protege tu corazón del daño espiritual.
- Calzado del Evangelio de la Paz — El evangelio te da estabilidad y confianza para entrar en lugares difíciles con paz interior.
- Escudo de la Fe — La fe apaga los dardos encendidos del enemigo: miedo, vergüenza y engaño… especialmente cuando los creyentes permanecen unidos.
- Casco de la Salvación — Recordar todo el alcance de tu salvación guarda tu mente de ataques espirituales.
- Espada del Espíritu — La Escritura es la arma capacitada por el Espíritu para enfrentar mentiras, tentaciones y oscuridad.
3. Ora en todo tiempo en el Espíritu (6:18–20)
- La oración es cómo te pones la armadura — La oración es el medio por el cual la fuerza de Dios se hace activa en tu vida.
- Ora en el Espíritu — La oración guiada por el Espíritu alinea tus deseos con la voluntad de Dios y fortalece la dependencia verdadera.
- Mantente alerta — La guerra espiritual requiere vigilancia, no distracción ni adormecimiento.
- Intercede por los santos — Dios llama a Su pueblo a luchar juntos orando unos por otros.
- Ora por valentía para el evangelio — Incluso Pablo necesitaba valor capacitado por el Espíritu para hablar el evangelio con claridad.
4. Aplicación
- Necesitas un Salvador más fuerte que la tormenta en la que estás.
- Necesitas un Rey más fuerte que el pecado que te jala.
- Necesitas un Señor más fuerte que las mentiras que te atacan.
- Necesitas a Jesús. Y la buena noticia es que lo tienes.